La comunicación en política

Una marca se ocupa de codificar el mensaje para que resulte comprensible para el destinatario. En esta se integran todos los aspectos comunicacionales del órgano al que representan. Quedan asociados los valores, atributos e ideas que simboliza. Con los partidos políticos pasa exactamente lo mismo, pero en lugar de verse representada una empresa, es una ideología. Una ideología con la que se identifican los votantes, una ideología que tienen los ciudadanos y ceden su mantenimiento a estas instituciones políticas.

Ideología política, concepto arduo donde los haya, con cientos de variantes, más extremistas, más centralizadas, más liberales, más conservadoras. Concepto que queda cifrado dentro de un partido político como marca que codifica un mensaje concreto. Como la marca, el partido político ocupa tres lugares para nosotros: el mercado -diríamos en este caso el número de votos que consiguen-, el cerebro -donde razonamos y justificamos la elección de voto a un partido u otro- y el corazón -en el cual queda la pica que ha conseguido clavar dicho partido en nosotros para llegar a conquistarnos, así como hiciera el capitán Alatriste en Flandes-.

Pero cómo tomamos esta decisión. Es cierto que lo razonamos como se ha dicho anteriormente, teniendo en cuenta las afinidades entre nuestra propia ideología formada y las de un partido determinado. Pero hemos llegado a esta ideología por el componente emocional, hemos decidido tener una postura u otra respecto a diferentes temas por nuestras propias convicciones emocionales. Por tanto, elegiremos un partido de manera emocional, principalmente y después, intentaremos justificarlo mediante la razón.

En las marcas, se diferencian clientes de fans. Un cliente es aquel que se limita a obtener el producto. Pero los fans son aquellos que viven lo que compran. La obtención de un artículo determinado les ayuda con su autoexpresión hacia el resto del mundo. Con los partidos políticos pasa algo similar, los clientes pasan a ser votantes y los fans serían los militantes del partido. Viendo las últimas encuestas en España, me hago preguntas como porqué la gente sigue teniendo la intención de votar al Partido Popular, si a lo largo de estos últimos meses se han descubierto cientos de casos de corrupción a todos los niveles, tanto de cargos como de cantidades económicas. Los viajes de Monago a Canarias, las fiestas de cumpleaños de Ana Mato, toda la trama Gürtel... Todo es causado por el fenómeno fan. A los partidos, al igual que a las marcas, los fans les perdonan los errores, tanto es así que da igual lo que hagas, los fans más fieles siempre van a acompañarte, a hablar bien de ti y a defenderte si es necesario.

Sin embargo, estos fans no salen de la nada, vienen condicionados por una serie de requisitos.A los fans hay que tratarlos bien. Siempre hay que ofrecerles lo que se espera de nosotros, incluso un poquito más. En el caso de posibles errores hay que saber actuar de manera rápida y eficaz. Errores cometidos por otras formaciones como Podemos, como la beca de Errejón, las asesorías de Monedero en el extranjero o los contratos con Irán han sido repelidos con eficacia por un factor común, la buena comunicación. Una comunicación clara y rápida, ante todos estos polémicos casos siempre salió un miembro de la formación para justificar o al menos aclarar los actos en cuestión. Aunque acaben por confirmarse, el simple hecho de salir a comparecer ante los medios -siempre con un discurso claro y atractivo- consigue tranquilizar a los fans que le siguen o, al menos, contrastar con la actuación de otros grupos políticos. Y es que, la falta de aclaración que hubo acerca de los viajes de Monago, la tardanza en las declaraciones del gobierno popular ante el proceso del 9N, la no comparecencia ante la prensa de miembros de gobierno como Ana Botella o la sí comparecencia, pero por plasma sin dar lugar a preguntas de los periodistas, las confusas aclaraciones sobre el dinero que Bárcenas cobró o dejó de cobrar... todos estos casos llegan a trascender aun más, pero por el mal tratamiento comunicativo que se les ha dado. De haber tenido una mejor gestión de la estrategia comunicativa, muchos de ellos se hubieran quedado en nada.

Pero además, hace falta seguir una serie de convicciones y valores propios, que son a los que los consumidores quedan suscritos al obtener tu producto y, en este caso, al votarte. Es por eso que formaciones como el PSOE han perdido a un gran número de votantes. Tienen un líder que ha intentado renovar la cara del partido, más joven, con nuevas aspiraciones y con capacidad de aportar una bocanada de aire fresco al partido, pero parece no haber convencido del todo. Además de no ser coherente con sus propios actos, hecho que ha quedado demostrado en el momento que votó a favor de reformar el artículo número 135 de la Constitución, artículo que él mismo redactó tiempo atrás. O quizá el caso de otros partidos, como el PP, que no tuvo claro su posicionamiento respecto al caso Bárcenas en un principio. Comenzaron apoyándole, pagándole los abogados y acabaron por renegar de él como si de un apestado se tratase. O la proposición de una nueva ley del aborto, elaborada por Gallardón, que más tarde el propio presidente del partido descartaría. Aunque en este caso se vio, al menos, una actuación del partido, con una dimisión del ministro de justicia -que acertada o no, por lo menos denota una actuación por intentar solventar el error-.

Como conclusión, acabaré diciendo que los errores políticos pueden ser solucionados muchas veces por una buena gestión en la comunicación de estos, si no pueden generar especulaciones, tergiversaciones o reinterpretaciones por parte de cualquiera. Hay que dejar claras las cosas, posicionarse para no dar lugar a la ambigüedad y así atraer a los más afines a ti, tanto en publicidad como en política.

"Sin la claridad os falta todo". - Tomás de Iriarte.