Vigilancia permanente

18:07

No acostumbro a mirar el móvil. No es que me dé rabia, que lo odie o que no pueda con ello, es simplemente que no tengo esa costumbre. Sin embargo, ese domingo era diferente. 

Me encontraba en mi piso de Módena, en Italia. Ahí estaba yo, en uno de los domingos más anodinos de mi existencia, con los ojos cansados y el sabor amargo a ginebra de la noche anterior aún en la boca mientras desmentía ese falso mito que asegura que, durante el Erasmus, apenas tienes tiempo para descansar. No era mi caso, ya que la cantidad de horas muertas me pareció excesiva. Esa era la principal razón por la que mis ojos permanecían fijos en el teléfono, el aburrimiento. 

Mantenía una conversación con mi madre a la vez que me distraía con algún que otro vídeo de Youtube o le echaba una ojeada a Twitter. El tema de conversación era lo más banal posible, me aconsejaba sobre qué detergente era el más adecuado para una casa de estudiantes que no llevaban demasiado cuidado a la hora hacer la colada. No filtrábamos nuestras compras ateniéndonos a controles de calidad, lo principal era que el precio no fuera demasiado elevado. Al acabar nuestra charla sobre productos para el hogar, dejé el teléfono sobre la mesa y me eché un rato. 

Cuando me desperté, cogí mis llaves y me dirigí al supermercado a comprar el dichoso detergente. Unos veinte minutos después, me hallaba delante de la lavadora vaciando el jabón. Después de poner una cantidad mayor de la necesaria en el cajetín, para asegurarme, volví al estado semivegetativo, esta vez en el ordenador. Sin embargo, salí del trance de las redes al fijarme más detenidamente en los banners que inundaban mi página de Facebook. La mayoría de ellos mostraban productos de limpieza como bayetas, aerosoles y lo más intrigante, detergente. 

Como usuario concienzudo de Internet me puse a indagar en mi historial de búsqueda para descubrir cuáles fueron las palabras que la web había tomado como referencia para presentarme esa publicidad. Fue entonces cuando miré al móvil y me di cuenta. Whatsapp había sido comprado por Facebook hacía unas semanas. Estaban monitorizando mis conversaciones para almacenar información en su “Big Data”. Era la única explicación, la cual confirmé después de indagar un poco en la red. 

Lo grave de esto no es que se apropien de una conversación “privada”, ya que, técnicamente, no lo es. El problema es el gran desconocimiento de los usuarios ante estas cuestiones, ya que no hay una conciencia social sobre el uso de las redes. La mayoría de gente no conoce términos como “cookies”, “caché”, “ip”… Aunque, el problema no es solo de educación, sino de legislación. Las leyes deben proteger al usuario y no otorgar tantas libertades a las grandes empresas y servicios web. Por otro lado, pese a lo que pueda parecer, es normal que nos veamos envueltos en estas situaciones ya que Internet tiene poco más que 20 años y sigue evolucionando día a día. Pero hay que adaptarse a los nuevos tiempos. Hay que educar y hay que legislar.

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