Todos jueces

18:11

Tras la victoria del Real Madrid ante el Bayern mi móvil experimentó el habitual fenómeno que viene de la mano de eventos deportivos de este calibre, la turra por el Whatsapp.  Decenas de grupos por los que el tema parece propagarse sin límites, cientos de conversaciones y miles de opiniones. No soy nada aficionado al deporte coronado como rey en España. De hecho, no sabía que había partido ese día hasta que comenzó la retahíla de mensajes. Todo esto confirma mi nulo conocimiento acerca de él. Sin embargo, me gusta soltar alguna pulla o comentario para generar más debate en aras de entretenerme con el fanatismo de mis amigos. Asimismo, la mayoría de ellos no me hacen ni caso ya que saben mi condición de total desconocedor del mundo deporte que hizo conocidos a ‘periodistas’ como Roncero. 

Pero este fenómeno no solo atañe a los partidos de Champions. Sin ir más lejos, el jueves anterior sucedió exactamente lo mismo pero con la sentencia de La manada. Decenas de conocidos pasaron a convertirse en abogados titulados con un conocimiento exhaustivo del derecho penal. Parecían saberlo todo ya que clamaban consignas acerca de la injusticia que habían cometido los jueces por ser unos machistas y formar parte de un sistema que está podrido. He de decir que me sorprendió este linchamiento hacia un colectivo tan, aparentemente, respetado como son los jueces. Pero más aún me sorprendió el hecho de comprobar que ninguno de los abogados sin título había hecho el esfuerzo de leerse la sentencia, ni si quiera las partes clave que atañen a la interpretación de dichos jueces. 

Cuando uno se para hacer algo tan impensable en estos tiempos como leer unos cuántos artículos hasta el final o, incluso, indagar en las páginas de la dichosa sentencia, puede darse cuenta que hay puntos que generan confusión. Por ejemplo, a mí lo que más me choca es que estos jueces admitan que hubo prevalimiento por parte de los autores y que solo se les condene por abusos. No se entiende porque el prevalimiento es una forma de intimidación ya que surge cuando autor de un delito se aprovecha de una concreta y especial situación de superioridad con respecto a la víctima. Por otro lado, si hay intimidación o violencia, es entonces cuando se pasa del abuso al acoso. 

Pese a ser uno de los argumentos que veo con más fuerza para criticar la sentencia, precisamente porque se basa en lo que los propios jueces han dicho, no he visto que ninguno de los juristas no acreditados lo use, quizá por no haberse informado debidamente. Lo que sí he escuchado es la consigna: ‘yo sí te creo’. No diré nada acerca de creer a la víctima o no, lo que tengo claro es que confío igual en la palabra de estos falsos letrados que mis amigos en la mía cuando se trata de fútbol.

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